Oráculos de Apolo

Apolo (Ἀπόλλων) fue el dios más representativo e ilustre en el ámbito profético. Los griegos establecieron multitud de centros oraculares derivados al dios: Claros, Dídima, Argos, Tebas, Cumas, Pérgamo… Entre estos destacó el gran santuario panhelénico de Delfos.
            Las representaciones animales del dios, como el lobo, la serpiente y el lagarto, además de ciertas aves (el cisne, el milano, el buitre y la corneja), también expresaban su voluntad.

Delfos[1]
Fue el oráculo más famoso e importante desde el punto de vista tanto religioso como político. El oráculo de Delfos es mencionado ya en la Odisea (VIII 75-82), donde se recuerda la consulta que hizo Agamenón. Se estima que fue instituido en el siglo VIII a.C. y estaba situado al pie del monte Parnaso. El momento de mayor esplendor de este santuario ocurrió en el siglo VI a. C. y se mantuvo activo hasta su clausura en el año 385 por el emperador romano Teodosio. A este oráculo acudían todo tipo de personas independientemente de su condición social, a excepción de las mujeres. Su fama fue muy grande y fue consultado por muchos hombres e incluso por extranjeros como Creso[2]. Gracias a su fama y a los numerosos obsequios, fue el oráculo que más riquezas ostentó. La importancia de Delfos fue la razón de la creación de una coalición de diferentes ciudades griegas, llamada liga anfictiónica, para la gestión y mantenimiento de este centro panhelénico[3].
La fundación del santuario y el oráculo de Delfos, por el propio dios, que derrotó a la serpiente Pitón, es explicada en un mito etiológico narrado por extenso en el Himno Homérico a Apolo Pítico (v. 215 ss.).
            Este oráculo tenía como profeta a una mujer, llamada Pitia o Pitonisa. La profetisa debía mantener su castidad mientras cumpliese las funciones de Pitonisa de Delfos. Era la encargada de recibir y transmitir las respuestas del dios. El proceso oracular consistía en beber del manantial sagrado de Castalia y mascar hojas del árbol consagrado a Apolo, el laurel (δάφνη). Según otra explicación, entraba en trance debido a los vapores que provenían de una grieta del subsuelo[4]. Esto se llevaba a cabo en una gruta sagrada, llamada ὀμφαλός, que era un adyton[5]. En este lugar, ella estaba sentada en un trípode y solo los sacerdotes (χρησμολόγοι o ἐξηγηταί) tenían permitido estar junto a ella, puesto que
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El ὀμφαλός era la piedra sagrada que Crono devoró y que después Zeus depositó en Delfos como punto central del mundo, al haber sido el lugar donde se encontraron dos águilas que volaban desde puntos opuestos del universo.

debían interpretar la respuesta de Apolo o φάτις Φοίβου. La característica enigmática (αἰνιγματικός) que rodeaba a los vaticinios de Apolo, hizo que su oráculo fuese denominado como λοξός (ambiguo).
El demandante debía esperar en una sala cercana, llamada mégaron, mientras todo esto sucedía.
Los sacerdotes dedicados al dios Apolo Pítico eran de varias clases. Unos eran los ἱερεῖς, sacerdotes encargados de celebrar las fiestas y los sacrificios previos a la consulta oracular. Después estaban los προφήται, encargados de interpretar las respuestas de la Pitia, tanto en verso como en prosa[6], y de gestionar el pago de la consulta. Por último, estaban los ὅσιοι, encargados de realizar el culto al dios. Además de los sacerdotes, en el recinto sagrado (σηκός) también había otros puestos como el de los πρόξενοι, que tenían la labor de atender y custodiar a los emisarios (θεωροί) durante todo el proceso de consulta.
El recinto sagrado de Apolo estaba rodeado por un muro que evitaba la contaminación de todo aquello que fuera μίασμα (mancha, impureza). El templo de Apolo, según cuenta Pausanias[7], fue reconstruido varias veces con distintos materiales. En la entrada del templo había una imagen de la E[8] que dio lugar a muchas interpretaciones y en el vestíbulo (prónaos) había escritas algunas máximas.

ἐν δὲ τῷ προνάῳ τῷ ἐν Δελφοῖς γεγραμμένα ἐστὶν ὠφελήματα ἀνθρώποις ἐς βίον, ἐγράφη δὲ ὑπὸ ἀνδρῶν οὓς γενέσθαι σοφοὺς λέγουσιν Ἕλληνες. […] οὗτοι οὖν οἱ ἄνδρες ἀφικόμενοι ἐς Δελφοὺς ἀνέθεσαν τῷ Ἀπόλλωνι τὰ ᾀδόμενα Γνῶθι σαυτὸν καὶ Μηδὲν ἄγαν.
Pausanias X 24.1

            En el vestíbulo (prónaos) de Delfos hay escritas cosas útiles para los hombres sobre la vida, fueron escritas por hombres, que los griegos dicen que llegaron a ser sabios. Ciertamente, estos hombres, tras llegar a Delfos, consagraron a Apolo las máximas “Conócete a ti mismo” y “Nada en demasía”.

Dentro del templo de Apolo se colocó el registro de oráculos (chresmographeion), donde se guardaba la lista de consultantes y las respuestas del dios. Esta lista también servía para llevar el orden de las consultas, puesto que diariamente los consultantes se acercaban para conocer su turno, que era otorgado a suertes. Únicamente podían saltarse la espera aquellos que tuvieran el privilegio de la promanteía.
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El πέλανος, referido al pago de dinero como ofrenda, era al principio una especie de torta de sacrificio.
Todo aquel que quisiera hacer una consulta, ya fuera un particular o no, debía pagar un impuesto, llamado πέλανος, y realizar el sacrificio de una cabra o una oveja.

Al principio, solo podía ser consultado el oráculo en el séptimo día del mes Bysios (febrero-marzo), como símbolo del día que llegó Apolo a Delfos. Después, se amplió el plazo al séptimo día de cualquier mes, excepto los tres meses de invierno, puesto que los griegos creían que el dios estaba ausente.
Además de los oráculos, en Delfos también se llevaban a cabo otro tipo de adivinaciones, que eran interpretadas. La más común era la cleromancia y se realizaba con judías, huesos, piedras, dados… Según el número o el color, la respuesta era sí o no.[9]


Delos
Delos, según la tradición, fue la primera isla en tener un oráculo dedicado a Apolo, gracias al nacimiento del dios en la isla[1]. El oráculo de Delos estuvo activo desde el período micénico hasta época romana. Para que el lugar fuera sagrado se tuvieron que retirar todas las sepulturas que había, puesto que el contacto con los muertos era considerado μίασμα (impureza) para los griegos. El recinto sagrado quedó al oeste de la isla, cerca del puerto. Junto al santuario se hallaba un lago sagrado que poseía propiedades mánticas.
Debido a su importancia, muchas potencias disputaron por este enclave. Durante mucho tiempo estuvo dominada por los atenienses y se convirtió en la sede de la Liga Ático-Délica[2], lo que provocó su decadencia. Con la caída de Atenas recobraría su esplendor y se convertiría en un punto crucial para el comercio. En época romana se convirtió en un lugar lleno de opulencia y volvió a recuperar su antigua importancia hasta la llegada del cristianismo, que provocó su fin.

Dídima[3]

Estaba situado en la región de Caria, en Asia Menor. Fue llamado el oráculo de los Branquidas, porque su fundador se llamaba Branco que, según la leyenda, fue un pastor al que Apolo dio el don de la profecía. De él provenía la estirpe de los Branquidas, sacerdotes de este oráculo. Se cree que estuvo activo desde el siglo VIII a.C. al siglo V a.C., cuando fue destruido por los persas. Después de este suceso sería utilizado de nuevo tras las conquistas de Alejandro Magno. Su completa destrucción se produjo en el siglo IV d. C. a manos de Teodosio.

El oráculo estaba situado junto a una fuente que era utilizada durante el proceso de la consulta oracular. Según la leyenda, esta se mantuvo seca 163 años, desde su primera destrucción, hasta las campañas de Alejandro Magno.
Al principio, el santuario de Dídima contaba únicamente con la presencia de una profetisa, siguiendo la costumbre de Delfos. Esta debía ayunar durante tres días y beber de las aguas de la fuente sagrada para entrar en éxtasis. Este ritual siempre se llevaba a cabo durante la noche y en el ádyton, que consistía en un patio abierto con vistas al cielo y lleno de laureles. Este santuario también disponía de un chresmographeion.
 En época helenística hubo, además de la profetisa, un προφήτης como intermediario entre ella y el consultante. En el santuario había otro tipo de miembros, como tesoreros; un hypochrestes que guiaba al consultante; hydrophoroi, mujeres de familia noble que llevaban agua para el ritual; etc. Todos estos eran elegidos cada poco tiempo entre familias de Mileto.
El oráculo más famoso que transmitió Dídima fue al emperador Diocleciano en el 303; tras consultarlo Diocleciano decidió perseguir a los cristianos[4].

Claros
            En Lidia, también en Asia Menor, había otro oráculo de Apolo. Su fundación está relacionada con un mito: La sacerdotisa Manto, hija de Tiresias, fue la fundadora de este oráculo, tras engendrar allí al profeta Mopso. Los primeros testimonios de este oráculo datan del siglo IV a.C., aunque no se hizo famoso hasta la destrucción del oráculo de Dídima a manos de los persas. A partir de ese momento, estuvo en auge incluso durante el imperio romano. Un testimonio de ello lo tenemos en el oráculo que vaticinó al emperador Germánico, al que le dijo que moriría pronto[5].
            En este oráculo un sacerdote, que ejercía como profeta, dictaba sus vaticinios bajo tierra, en una cripta, y tras beber agua sagrada y purificarse. Algunas fuentes han aludido a esta fuente de agua, asegurando que el santuario cambiaba con mucha frecuencia de sacerdote, debido a que el agua era muy dañina para el organismo[6].
            Los consultantes dejaban escritos en los muros del oráculo su experiencia. Gracias a estas inscripciones sabemos que el procedimiento oracular se llevaba a cabo por tres personas: el profeta, que ejercía este cargo durante un año, un sacerdote, que guiaba al consultante, y un thespioidos, que era quien transmitía en verso el oráculo del profeta. Estos dos permanecían más tiempo en el cargo. También había escribas, encargados de recopilar los oráculos.


[1] Hym. Hom. Ap. Delio, v.12-120.
[2] Una confederación de muchas ciudades-estado liderada por Atenas que se hizo durante las Guerras Médicas.
[3] El topónimo de este oráculo parece proceder de la palabra griega δίδυμος que significa gemelo, se cree que el nombre hace referencia a los hermanos Apolo y Ártemis.
[4]  Euseb. Vita Constantini 2.50, 54.
[5] Tac. Annales II, 54.
[6] Plin. Historia Naturalis II, 232.

[1] Según la mitología el topónimo de Delfos procede del epíteto de Apolo “Δελφίνιος”, dado por su conversión en delfín para atraer a ciudadanos al lugar.
[2] Hdt. I 46-51.
[3] Strab. IX 3.7.
[4] Strab. IX, 3.5. Ver texto en Anexo II.
[5] Del griego ἄδυτον, significa lugar al que no se puede entrar, puesto que estaba reservado para la Pitia.
[6] Strab. IX, 3.5. Ver texto en Anexo II.
[7] Paus. X 5. 9-13. Texto en Anexo II.
[8] Plu, De E apud Delphos.
[9] Para más información sobre el oráculo de Delfos véase: García López (1975, pp. 157-160); Hernández de la Fuente (2008); Iles (2008, pp. 33-60) y Flacelière (1965, pp. 39-65).