Oráculos de otras divinidades, héroes o muertos

Hay otro tipo de figuras que también han tenido fama en el mundo oracular, entre ellas podemos encontrar a dioses, héroes y muertos.
Dioses:
Con respecto a las divinidades, hay numerosos dioses y semidioses que han tenido algún papel oracular como Gea, Eros, Hermes, Afrodita, Posidón, Atenea. Démeter, etc.
Uno de ellos es Dioniso (Διόνυσος), mediador del más allá, que además de compartir con Apolo el oráculo de Delfos, tenía oráculos dedicados a él en el monte Pangeo, donde una sacerdotisa ménade transmitía las palabras del dios; en Tracia, donde se adivinaba por medio del vino; y otro en Anficlea, donde se adivinaba a través de la incubación (γκοίμησις).

Asclepio (Ἀσκληπιός), dios de la medicina y la curación, era hijo de Apolo. Aprendió la medicina del centauro Quirón y era capaz de resucitar a los muertos, motivo por el que fue fulminado por Zeus. A partir de ese momento se convirtió en un dios muy venerado en el ámbito de la salud con multitud de centros curativos gratuitos. De ellos, los más importantes fueron Epidauro, Pérgamo y Cos. La práctica de su culto entrañaba aspectos cercanos a la actividad oracular.
Los santuarios de Asclepio, llamados Ἀσκληπιεῖα, se dedicaban a la curación de los visitantes por medio de la técnica de incubación o γκοίμησις. Este tipo de adivinación inspirada consistía en dejar que el enfermo pasara la noche en el ábaton, durante su estancia y a través del sueño (νειρομαντεία), el dios curaba a los enfermos de forma milagrosa o se les aparecía para explicarles los pasos a seguir para curarse. La importancia del sueño residía en que, durante este, el alma de las personas estaba despierta y podía entrar en contacto con la divinidad más fácilmente. En muchas ocasiones, los pacientes necesitaban la ayuda de un sacerdote (ὀνειρόμαντιs) para entender los sueños, pues solían ser ambiguos y extraños.
En algunos de los centros curativos, como en Epidauro, también había una serie de ritos preliminares a la incubación: baños purificantes, ayunos, sacrificios, ofrendas, etc.

 
En los Ἀσκληπιεῖα también se realizaban curaciones con ciertos animales sagrados, como serpientes o perros que vivían en el santuario.
Asclepio, al ser el dios de la medicina y llevar a cabo curaciones en sus santuarios, fue de los pocos que sobrevivieron un tiempo más a la prohibición de los oráculos que hizo Teodosio[1].

Héroes: 
Son muchos los héroes que han sido considerados como mediadores del más allá y con la capacidad de conocer el futuro, según los griegos. Algunos nombrados por los autores clásicos son Orfeo, Anfiarao, Tiresias, Mopso, etc. Pero el más importante de todos ellos es Trofonio, hijo de Apolo, titular de un centro oracular.

El oráculo de Trofonio (Τροφώνιος) se encuentra en Lebadea, Beocia. Estaba situado próximo a un bosque sagrado y en una colina. El procedimiento de consulta estaba caracterizado por ser un viaje onírico bajo tierra. Lo singular de este oráculo es que era el propio consultante quien se introducía en una grieta y vivía personalmente la experiencia del trance. A propósito de esto nos informa Pausanias (IX 39.5-14)[2] y Plutarco (De Genio Socratis 21.2)
A la consulta siempre iban precedidos unos ritos de purificación (καθαρμός): la estancia de varios días antes de la consulta en un lugar sagrado; baños en el arroyo de Hercina, situado cerca del santuario; el sacrificio y examen de animales y el pago de la consulta, llamado πέλανος, que se correspondía con 10 dracmas. Sin la correcta realización de estas fases previas no se podía hacer el viaje oracular. El consultante, además, debía ir vestido con una túnica blanca y unos zapatos especiales para el descenso (κατάβασις). Antes de descender por la gruta, debía beber agua de la fuente Lete (Olvido), hacer un último sacrificio con un carnero para verificar que el dios aceptaba al consultante y venerar la imagen de Trofonio que según la tradición había hecho Dédalo. El descenso acababa en el ádyton, donde recibía la revelación de Trofonio mediante visiones y voces. Cuando acababa la visión, el consultante salía por la misma boca sagrada por la que había entrado y debía beber de una segunda fuente, la de Mnemosyne (Memoria) y contarle a los sacerdotes lo que se le había revelado como si hubiese experimentado un sueño, para que estos le ayudasen a interpretarlo. El santuario de Trofonio tenía como orden escribir en una tablilla todo lo que cada consultante había visto y oído. Esta experiencia era tan terrorífica que el consultante quedaba paralizado por unas horas[3].

Muertos:
Los griegos también recurrían a los muertos para conocer el futuro. Esta forma de adivinación a partir de la evocación de los muertos es designada como necromancia. La palabra necromancia procede del griego νεκρομαντεία (νεκρός: muerto + μαντεὶα: adivinación). Del griego pasó al latín como necromantia, pero por influencia de la palabra niger (negro) y de la creencia de que la necromancia era un tipo de magia negra, la lengua latina añadió el nombre de nigromantia a este tipo de adivinación. Esta es la causa por la que tenemos en castellano ambas palabras (necromancia y nigromancia) para referirnos a la adivinación mediante la evocación de los muertos.
Para poder comunicarse con los muertos, el consultante debía invocarlos mediante un ritual de evocación que se llevaba a cabo en unos lugares específicos, llamados νεκυομαντεία (oráculos de los muertos). Estos lugares podían estar localizados en el mundo subterráneo, como es el caso de Éfira, o en el mundo de los vivos, como en Heraclea o Tesprotia, a orillas del Aqueronte[4].
El ritual de evocación de los muertos consistía en hacer un círculo sagrado y excavar dentro de él un hoyo, después se vertía sobre él leche con miel, agua y vino dulce. Tras esto se rociaba el lugar con cebada y se llevaba hasta allí a los animales para sacrificarlos, degollándolos con una espada (ἄορ), dentro del hoyo. Si el ritual se hacía bien, la sangre de los animales fluiría de color negra y alrededor del hoyo se congregarían las almas de los muertos. Para que éstos pudieran hablar con los humanos debían beber de la sangre del hoyo.[5]
Otra forma de comunicarse con los muertos era bajar directamente al Hades por cualquiera de sus puertas o por el Lago Averno, o llamarlos directamente en el lugar en el que estaban enterrados por medio de una ofrenda de sangre (αίμακουρία)[6].



[1] Para más información véase: Burkert (2007, pp. 289-292); Hernández de la Fuente (2008) e Iles (208, pp. 90-95).
[2] Texto en Anexo II.
[3] Para más información sobre el oráculo de Trofonio véase: Iles (2008, pp. 95-97).
[4] Hdt. V 92 G. Texto en Anexo II. Aesch, Persae 598-842.
[5] Od. XI 22-37. Texto en Anexo II.
[6] Para más información sobre la necromancia véase: Iles (2008, pp. 97-98) y Burkert (2007, pp. 257-268).