Oráculos de Zeus

Zeus (Ζεύς) también estuvo asociado a algunos oráculos. Su oráculo más famoso, nombrado ya por Homero, es Dodona. La fundación de este oráculo, según Heródoto, está relacionada con el oráculo en Siwa. Según el mito, dos sacerdotisas o dos palomas, según las versiones, de Tebas, en Egipto, fueron secuestradas y enviadas una a Libia y otra a Grecia, donde se fundaron los oráculos de Siwa y Dodona respectivamente.[1] Otra forma de interpretar la voluntad del dios era por medio de las señales del firmamento: truenos, rayos, lluvia, etc., o de ciertas aves: águilas.

Dodona
El santuario de Dodona estaba situado en un recinto al aire libre que estaba delimitado por un perímetro sagrado y por unos calderos de bronce que también rodeaban la encina sagrada del templo. En un principio, los oráculos se llevaban a cabo al aire libre, pero tras la construcción del templo de Zeus en el siglo IV a. C. se empezaron a realizar en el interior del templo.
Este santuario de Zeus Dodoneo, situado en Dodona, al norte del Epiro y cercano a la costa del mar Jonio tenía fama de ser el más antiguo y de haber sido creado por los pelasgos[2]. En un principio, parece ser que pertenecía a una diosa llamada Dione. En el siglo VIII a.C., época homérica, comenzó a funcionar como oráculo de Zeus y era, junto a Delfos, el oráculo con mayor reputación.  Fue clausurado en el 391 por Teodosio, quien ordenó la tala de la encina sagrada.

Μίμνησκε...
Los Σελλοί tenían la prohibido lavarse los pies y siempre debían ir descalzos y dormir en el suelo para estar en contacto con la tierra profética.


Por Homero[3] sabemos que los sacerdotes masculinos de Dodona, llamados
Σελλοί, auguraban el porvenir de los consultantes mediante el ruido de las hojas de la encina agitadas por el viento. También tomaban parte en la adivinación las aves que volaban por el lugar, las aguas de una fuente vecina y el resonar de los calderos de bronce, colocados sobre trípodes o suspendidos. Además de estos sacerdotes, hay fuentes que hablan de πελειάδες (palomas), unas sacerdotisas que observaban el vuelo de las palomas para profetizar[4]. Se cree que en un principio solo estaban permitidos los Σελλοί, pero con el tiempo fueron asociadas a los vaticinios tres ancianas.

En época tardía se realizó un tipo de adivinación que consistía en interpretar el choque de un látigo de una estatua, agitado por el viento, contra un caldero. También hay testimonios de la realización de adivinaciones por medio del azar. En este santuario se han encontrado, además, muchas tablillas oraculares de diverso contenido: política, fortuna, comercio, maldiciones...[5]

Siwa
            Este oráculo, situado en el oasis de Siwa, en Libia, estaba dedicado a Zeus-Amón. Su fundación se dio seguramente antes de la XVIII dinastía egipcia y su fin llegó en época romana. Cerca del oráculo había una fuente que, según cuentan, tenía el agua fría al mediodía y caliente durante la tarde y la noche[6].
            El comienzo de su fama tuvo lugar a partir de la respuesta sobre Cimón en el 450 a.C.: el oráculo profetizó a los enviados de Cimón que este estaba ya entre los muertos, al volver estos al campamento descubrieron que el oráculo había dicho la verdad y Cimón había muerto el mismo día que ellos hicieron la consulta[7]. Otra de las consultas más célebres fue la de Alejandro Magno el 331 a.C. durante las campañas por Egipto, en la que el oráculo le dijo que era el hijo del dios Zeus-Amón[8].
            El oráculo se daba por medio de una estatua de madera (xoanon), que era llevada a hombros por varios sacerdotes, la cual, según sus movimientos, respondía al consultante con un sí o un no a su pregunta.



[1] Hdt. II 54-55. Texto en Anexo II.
[2] Strab. VII 7.10.
[3] Il. XVI 231-236 y Od. XIX 296-300.
[4] Strab. VII 7.12.
[5] Para más información sobre el oráculo de Dodona véase: Hernández de la Fuente (2008); Iles (2008, pp. 60-72).
[6] Arrian. Anabasis, III, 4.
[7] Plu. Cimon, 18.6.
[8] Plu. Alexander, 3.1 y 27.1.